viernes, 27 de abril de 2007

Un minuto de silencio por José Watanabe

Watanabe: Foto RPP-Perú
Ha muerto el poeta peruano José Watanabe, perteneciente a la generación del 70. De padre japonés y madre peruana, Watanabe ha aportado con su sensibilidad oriental y sus vivencias peruanas un gran legado a la poesía y a la literatura contemporánea. Ulises y Cronista pedimos un minuto de silencio por este gran poeta peruano...

(1 minuto después)

"hoy estamos aquí escuchando el murmullo de la mar que es el morir". Descansa en paz Pepe Watanabe.




Para leer algunos poemas de José Watanabe pinche en:



miércoles, 25 de abril de 2007

Ulises en el Metro de Madrid


Ulises se ha detenido a ver el rostro de la gente que se transporta en el Metro de Madrid. A veces siente estar metido en una lata de conservas subterránea, con ratones que tienen instalados en la cabeza chips informáticos, que responden solo a estímulos cotidianos, que apenas se detienen a observar lo que hay a su alrededor. Viajan con la mirada sumergida en los periódicos del día, en algunos libros de infinitas páginas, en revistas light, de rato en rato bostezan, de rato en rato se llevan una mano a la cabeza y se rascan, de rato en rato verifican el nombre de las estaciones para no tener que pasarse de su último destino. Ulises no entiende a la gente y piensa para sí mismo "qué importancia tiene si te pasas una estación, tal vez en la próxima estación puede estar esperándonos una aventura amorosa, una música balcánica, los violines de Vivaldi, las piernas de una hermosa centroamericana, o simplemente el mejor bocadillo de calamares de Madrid", esta puede ser la diferencia entre un día con contenido y uno igual a los demás. Ulises siente que la gente está aburrida de la vida que lleva, y lo consienten, lo toleran, y no hacen nada por cambiarlo. Si tan solo se atrevieran a pasarse una estación del Metro, de mirar y guiñarle el ojo a la chica o al chico que tienen enfrente, de invitarle una cerveza al compañero o campañera de abordo, de proponerle un amor imperecedero y furtivo a escondidas, con besos en las esquinas de los pasillos y adioses con abrazos en una salida en la que nunca han estado, ese día, Ulises piensa, los ratones volverían a ser humanos y la vida volvería a cobrar sentido.





















domingo, 22 de abril de 2007

Poemas de Ulises

Una tarde de domingo que Ulises se encontraba solo, se sentó sobre un montículo de piedras. El atardecer era maravilloso, como un sol que abre a si mismo sus entrañas. El cielo rojo desbocado estremeció a Ulises, temblando sacó de su bolsa de cuero un papel y un lápiz, había sentido que en aquel momento algún rayo de algún dios lo fulminaba a través de la poesía.

Ulises escribió:
I

Las cuerdas de mi guitarra yacen inertes
sobre el sofá vacío.
No dejes de mirarme,
a la distancia te necesito.
Tu respiro se desliza sobre mí
mientras la música despierta a los sentidos.
¿No sabes que la noche ha sido siempre mía y el día tuyo?.
Te recuerdo y también recuerdo al espacio vacío,
a la flauta traversa en el infinito absoluto.
Ábreme las venas te lo pido,
dame libertad contigo.
"¿Dónde quedó toda la humanidad?" ¿dónde?.
No deseo que la tarde se convierta
en árboles pertrechados con hojas de estío.
Todos los minutos se vuelven enemigos
de una fuerza extraña
que no quiere salir
de un estado de silencio absurdo.
No digas que soy el responsable
de las palabras tullidas,
del fracaso de la mutación del amor y de la muerte.
Mi alma entera es la lucha contra el hastío,
el hastío contra la moral que no necesito.
Siempre creí que la luz conduce a la oscuridad,
y que la oscuridad es la puerta abierta
hacia otros mundos que ansío.
Déjame en paz, por favor, te lo pido.
No me vincules ni me ates a ningún sitio,
porque a ningún sitio pertenezco
y mi camino está lejos de todos los recuerdos,
porque en el camino hacia la distancia
recompongo a mis muertos
y evoco a los dioses del Olimpo.



II


En las alturas del monte Parnaso
Apolo toca la lira y llora,
y yo no te encuentro.
¿Alguna vez estuviste allí?
Pero esta vez te he reconocido.
Te veo a través de la luz,
veo tu rostro junto a las náyades,
acaricio tu rostro, ¿qué haces aquí?.
Yo fui siempre de las alturas ¿pero tú?.
Tú viniste del llano, de Iberia,
me convenciste para hacer el gran viaje,
a pesar que sabías que Penélope era mi mundo.
¿Por qué te interpusiste entre Penélope y mi vida?.
¿Por qué?
Dame una explicación por favor,
dame una excusa para olvidarte,
para retornar a Ítaca, la patria querida,
la patria de Odiseo.










viernes, 20 de abril de 2007

El Diario de Ulises


Ulises recuerda la mirada del viejo. Al doblar la esquina sus pequeños ojos pardos lo estaban escrutando. No sabía en qué pueblo o en qué ciudad se encontraba. Se parecía a las calles de Toledo en el siglo XIV. El viejo se acercó y le preguntó en un idioma latino que Ulises apenas pudo descifrar: "¿de dónde has venido?". A lo que Ulises respondió: "de un lugar lejano donde el viento se cuece en las alturas, las montañas alcanzan al cielo y se puede conversar directamente con los dioses del Olimpo". El viejo -curioso- volvió a preguntar: "¿y qué lugar es ése". Ulises, sobrecogido en su recuerdo, deseando estar en su tierra natal, le contestó: "no puedo decirte, el viaje recién ha comenzado".